El centro histórico de Granada guarda verdaderas joyas, auténticos tesoros de nuestro patrimonio que no te puedes perder en tu visita a Granada. Tenemos monumentos de las civilizaciones y momentos históricos más importantes de la historia, no en vano esta es tierra de artistas y poetas. Para saber qué puedes ver durante tu estancia en Granada, no te pierdas las mejores atracciones turísticas del centro histórico de Granada.

Catedral de Granada

La Catedral de Granada  fue considerada octava maravilla del mundo en el siglo XVI. Es uno de los iconos del Renacimiento granadino, junto con el Palacio de Carlos V y la cabecera de San Jerónimo. Expresa maravillosamente el cambio de pensamiento que significó el Renacimiento en el arte y en la forma de entender la vida. Alberga grandes piezas de la obra del escultor, pintor y arquitecto granadino Alonso Cano. Además, en la Capilla Real, fundada en 1504, puede verse el sepulcro de los Reyes Católicos. Aquí, Fernando aparecerá representado como el soldado inteligente y valiente que fue, mientras que en Isabel destaca su fuerte personalidad y su determinación. Todo ello está incluido en nuestra Visita Guiada a la Catedral y la Capilla Real de Granada.

Interior Catedral de Granada

Pese a seguir un estilo clásicamente gótico en su concepción inicial, la incorporación de Diego de Siloé como arquitecto principal del proyecto supuso pronto un giro radical en su estilo hacia otro totalmente renovado, estructural y estéticamente.

Considerada ya en el siglo XVI como la octava maravilla, y elegida inicialmente como lugar de enterramiento del Emperador Carlos V (pese a, finalmente, no llegar a serlo) conforma un espacio de especial relevancia para la arquitectura granadina. Su belleza es de tal magnitud, que ningún viajero debería pasar por alto al visitar la ciudad.

Los inicios de la construcción de la Catedral de Granada nos remontan a 1506, año en el que se concibe su primer proyecto de mano del arquitecto Enrique de Egas, y en el que ya se incorporó la Capilla Real como anexo a la misma. A causa de la muerte de la reina Isabel en 1504, fue necesario comenzar por la construcción de la Capilla Real, de forma que no sería hasta el 25 de Marzo de 1523 cuando se colocara la primera piedra de la Catedral.

Apenas tres años más tarde, la llegada del Emperador Carlos V trajo consigo un nuevo cambio en sus planes de construcción, debido a que el emperador deseaba hacer de la Catedral su lugar de enterramiento. A pesar de que esta decisión finalmente quedaría postergada, en su momento supuso el despido de su arquitecto inicial y la incorporación de Diego de Siloé como maestro mayor.

Alonso Cano, el artista granadino

El nuevo diseño debía unificar las funciones de iglesia y panteón imperial, así que el proyecto de Siloé resultó mucho más complejo a nivel estructural y estético que el de su predecesor. Por tanto, podemos decir que realmente él fue el gran artífice de la Catedral, con la ayuda, por supuesto, de otros grandes artistas, como el granadino Alonso Cano.

El nuevo proyecto siguió los pasos de la tradición clásica romana, integrando una planta basilical con una cabecera circular a modo de mausoleo, muy alejado del inicial diseño de estilo gótico. Siloé trabajó concienzudamente los complementos estéticos de la Catedral. Una prueba de ello es la incorporación a su estructura arquitectónica de elementos tan importantes como la portada del Ecce Homo, la portada de San Jerónimo, la portada de acceso a la sacristía o la portada del Perdón.

En 1563 fallece Siloé y su trabajo queda a cargo de su discípulo predilecto: Juan de Maeda. Sin embargo, doce años más tarde, la rebelión de los moriscos de 1568 le obligó a parar las obras. Pasarían trece años hasta que en 1581, Ambrosio de Vico siguiera como responsable de las obras. En 1667 Alonso Cano comienza la fachada y en 1704 se concluye finalmente su construcción.

No obstante, su estructura sufriría nuevas modificaciones más adelante. La más importante de ellas tuvo lugar en 1926, cuando se llevó a cabo la eliminación del coro y el posterior traslado de sus elementos a otras zonas de la Catedral, hecho que cambió por completo la distribución espacial de la misma, convirtiéndola en un espacio de gran diafanidad.

Desde el siglo XVI, y apenas concluida su capilla mayor, la Catedral de Granada ha sido considerada un referente arquitectónico. Tanto que muchos de sus elementos han sido prototipos para construcciones posteriores. Además, ha sido fuente de inspiración para muchos arquitectos que buscan perfeccionar sus conocimientos.

De su vista exterior, cabe destacar la Torre. Aunque inconclusa, es uno de sus elementos principales debido a su gran envergadura. Ocupa la esquina entre las fachadas norte y principal y está organizada en pisos siguiendo el orden tradicional: dórico, jónico y corintio. Consta de tres cuerpos realizados por Siloé, Maeda y Vico, de forma sucesiva. En el cuerpo inferior está ubicado hoy día el Museo de la Catedral.

Es especialmente importante también su portada principal, obra del gran Alonso Cano. Está configurada como un gran arco triunfal con tres altos arcos y adornada con relieves en mármol de varias vírgenes y figuras evangélicas. Su relieve central (el de la Encarnación) es obra de otros artistas locales, como José Risueño. De su interior, es especialmente importante su Capilla Mayor, si bien todo el interior de la Catedral nos permite ver las importantes y novedosas aportaciones, especialmente por parte de Siloé, que hacen de ella un edificio trascendente.

Capilla Mayor

La Capilla Mayor destaca especialmente en cuanto a su amplitud y diafanidad, con un diámetro de 22 metros y una original disposición en forma de amplia rotonda, que permite asistir al culto desde muchos puntos del edificio, a diferencia del resto de catedrales medievales, cuya disposición es absidal. La preside un tabernáculo, regalo del duque de San Pedro de Galatino, y la corona: una gran bóveda a modo de representación celestial, decorada por estrellas doradas y que descansa sobre una serie de columnas corintias organizadas en dos pisos.

En estos pisos se encuentra dividida una serie de paños arqueados que separan pinturas abajo y vidrieras arriba, convirtiéndose en un enorme y magnífico soporte iconográfico en el que podemos admirar escenas de la Vida de la Virgen, del Nacimiento y de la Pasión de Cristo.

La Capilla Mayor acoge a su vez importantes obras escultóricas tales como las figuras de los Apóstoles (también en policromía dorada), los bustos de Adán y Eva, obra de Alonso Cano, o las grandes figuras de los Reyes Católicos orando.

A pesar de lo mucho que nos deslumbra, no hay que dejar de prestar atención al resto de capillas. Destacan la girola, en la que encontramos numerosas obras de artistas de Granada, como Pedro Duque Cornejo; la capilla de Santa Lucía, con la escultura de la misma, obra de Alonso Mena; la capilla de San Cecilio, o el magnífico retablo del Triunfo de Santiago, realizado por Hurtado Izquierdo.

Otros elementos destacables que también merecen la atención del visitante son los lienzos de Juan de Sevilla y Pedro Atanasio Bocanegra, ubicados en los retablos de piedra del ornato, en el Crucero; o las obras de las capillas laterales, muchas de ellas también de artistas locales, como el Cristo de la Esperanza realizado por Pablo de Rojas o o el antiguo trascoro, desmontado y acomodado en la misma. Este acoge la figura de Nuestra Señora de las Angustias, tras la eliminación del coro en 1926, diseñado por José de Bada y realizado con mármoles procedentes de canteras locales.

Capilla Real

La Capilla Real significa para el arte el paso de la época medieval a la moderna,  del mismo modo que los Reyes Católicos lo significan en la transformación de España. En su composición, podemos apreciar cómo los primeros detalles renacentistas contrastan con el estilo gótico de la estructura, algo agotado ya.

Su fundación nos lleva a 1504, confirmada en el testamento de la reina Isabel en Octubre del mismo año, un mes antes de su muerte. En un principio, la proyección del edifico, en pleno centro de Granada, recayó sobre Enrique de Egas en 1506, quien, influido por el Cardenal Cisneros, se comprometió a crear un edificio de extrema sobriedad. Además, se decidió que debía formar parte de la futura Catedral tanto física como estilísticamente.

El Rey Fernando no obstante deseaba hacer de la Capilla un edificio novedoso, rico y alejado de la sencillez ideada por Cisneros, proyecto que contó con el apoyo del Conde de Tendilla. De la Capilla resultó finalmente una fusión entre una ornamentación interior muy rica y un estilo arquitectónico efectivamente sobrio, lo que supuso una novedad impresionante para el Renacimiento español.

Su finalización institucional tuvo lugar en 1517. Dentro de dicha riqueza ornamental, cabe destacar el trabajo llevado a cabo en el sepulcro de los reyes fundadores, por parte de Domenico Fancelli; más tarde, el de Bartolomé Ordoñez para Felipe el Hermoso y Juana (la Loca), así como la serie de obras elaboradas tras la llegada de Carlos V, marcadas por las teorías del nuevo humanismo. Las aportaciones iniciales corresponden a artistas como Fancelli, Ordoñez, Bigarny y Jacobo Florentino, aunque su consolidación se llevará a cabo por parte de dos de los principales artistas de la escuela granadina del siglo XVI, Pedro Machuca y Diego de Siloé.

Dentro, podemos ver unas paredes interiores casi desnudas, adornadas con un ancho friso alusivo a la conquista de Granada; la muerte de los Reyes y la conclusión de la misma, de estilo gótico isabelino. Al igual que en el exterior del edificio, la heráldica real puede contemplarse repetidamente. También destaca, por su novedad y maestría artística, los sepulcros, la reja mayor y el retablo principal, verdaderos referentes del arte español y universal.

Sepulcro de los Reyes Católicos

El sepulcro de los Reyes Católicos fue esculpido por el italiano Domenico Fancelli y conforma una obra especialmente singular para la escultura funeraria del Renacimiento en España.

Sobre las losas, las figuras yacentes de los monarcas nos presentan a Fernando como guerrero, con espada, coraza y capa. Por su parte, se presenta a Isabel, con traje cortesano, evocando la determinación de su carácter. Por otra parte, los de Felipe (el Hermoso) y Juana (la Loca), obra del escultor Bartolomé Ordoñez, muestran un estilo más ostentoso y con mayor presencia de elementos plásticos y sensibles.

Reja Mayor

Es obra del rejero “maestre Bartolomé” (Bartolomé de Jaén), uno de los más notables representantes de este género de todos los tiempos.

Un gran escudo de los Reyes Católicos escoltado por los emblemas característicos del yugo y las flechas ocupan el segundo cuerpo central. A los lados, se sitúan los doce Apóstoles con sus atributos, mientras que en la parte superior, destaca la crestería calada. Incorpora también escenas de la Pasión de Cristo que el propio Bartolomé decidió introducir al no ser parte de la idea original. Todo ello repujado y cincelado a doble cara y acompañado de un deslumbrante colorido que la hace especialmente deslumbrante.

Retablo Mayor de la Capilla Real

En este retablo, obra del escultor francés Felipe Bigarny, podemos apreciar la inclusión de una serie de relieves que rememoran la Rendición de Granada. Situada en la parte más baja del mismo, como el frontal del altar, se desarrolla ante nosotros la escena: la comitiva real y Boabdil entregando las llaves en la Puerta de la Justicia. A los lados, dos repisas sujetan las figuras orantes de Fernando e Isabel custodiados por San Jorge y Santiago, patronos protectores de ambas coronas.

Tesoro de la Sacristía

Los Reyes Católicos, y más en concreto Isabel, desearon que algunos objetos de su uso personal descansaran junto a sus cuerpos. Para ello, en la sacristía se ha habilitado un Museo en el que se exponen algunas de las piezas principales, como la espada de Fernando o el centro de la corona de la reina.

Destaca también la colección de pinturas (Tablas flamencas) de la monarca, la más numerosa de su época. Entre ellas encontramos obras pertenecientes a la escuela primitivo-flamenca (de autores como Rogier van der Weyden o Hans Menling) junto a otras de la escuela española (por ejemplo de Bartolomé Bermejo) y la Oración del Huerto, atribuida a Boticelli.

La Madraza

La Madraza fue erigida el año 1349 por Yusuf I bajo el nombre de Madraza Yusufiyya. Su primer uso fue el de centro de estudios coránicos, el único conocido en territorio español durante la historia de Al-Andalus. El sultán la construyó en un momento de esplendor artístico para Granada, junto a otros edificios emblemáticos como el Maristán o el Corral del Carbón, situados también en zonas principales de la antigua medina.

En sus inicios, fue un símbolo de la importancia de Granada como capital de la cultura andalusí. Su prestigio generó que brillantes figuras del mundo islámico, maestros en disciplinas científicas, filológicas o literarias ejercieran como profesores entre sus muros.

No obstante, a partir de 1492, la cristianización provocaría un cambio radical en las funciones del edificio, pasando a ser la sede capitular del Concejo de Granada. Su nuevo uso generó una serie de ampliaciones y reformas en su trazado original: en 1501 se le agregó una casa colindante, propiedad del infante don Fernando de Granada (el príncipe converso Nasr, hijo del sultán Muley Hacén y de Soraya). Esta ampliación daría lugar al actual Salón de Caballeros Veinticuatro o Sala Capitular de Invierno. Está incluida en nuestra Visita guiada a la Catedral y la Capilla Real de Granada

La transformación en Cabildo Viejo

A principios del siglo XVIII el edificio se reconstruyó prácticamente al completo. A excepción de un oratorio árabe que quedó oculto, la inicial Madraza islámica desapareció, para dar paso a un nuevo conjunto civil de estilo Barroco Tardío. En 1858, el Consistorio fue trasladado a su actual ubicación (el convento del Carmen, actual Ayuntamiento), tras lo cual el edificio pasó a ser propiedad de los Echevarría. El Estado lo adquirió en 1939, y a partir de los años 40 fue cedido a la Universidad para usos institucionales.

De su pasado islámico queda el Oratorio nazarí, una característica qubba de planta cuadrada con preciosos ornamentos: ventanas germinadas, un alicer de mocárabes, e incluso algunas de las yeserías originales.

En el Salón de Caballeros Veinticuatro, en la planta superior, se conserva una impresionante armadura mudéjar que sobrevivió a las reformas de los últimos siglos. También se pueden apreciar las puertas que formaron parte del antiguo Oratorio del Cabildo.

La fachada principal imita los sillares laqueados en mármol oscuro. Es una de las obras principales del Barroco civil granadino.

Alcaicería

Su nombre viene del arábigo al-Kaysariyya, relativo al pago de derechos al césar (o emperador bizantino) por la comercialización y custodia de ricas mercancías. Hubo varias en la España islámica (Toledo, Córdoba, Sevilla, Valencia, Palma, Málaga, Almería o Vélez-Málaga), pero solo la de Granada ha sobrevivido, si bien tuvo que ser reconstruida tras el incendio de 1843. Su fundación se remonta al periodo nazarí. Los primeros documentos que se poseen de ella nos llevan al siglo XV. Nuestra alcaiceríaalbergó el importante comercio de la Seda, la industria más importante en el periodo nazarí.

La Alcaicería granadina fue erigida en el mismo núcleo de la medina islámica, cerca de la mezquita aljama y en un entorno saturado de tiendas y establecimientos de productos manufacturados, como el tradicional zoco

Así lo describió Navaggiero: «espacio cerrado con muchas callejas por todas partes llenas de tiendas, donde los moriscos venden seda y multitud de baratijas; es como una mercería o un Rialto entre nosotros y allí hay mil cosas, especialmente seda labrada«.

En el siglo XVI, tenía cerca de 200 tiendas. Se accedía al conjunto por 8 puertas. Las calles, de empedrado granadino, eran angostas y producían una sensación laberíntica. El aspecto de las tiendas debía de ser variopinto, carente de una clara estructura arquitectónica: apretados espacios de un solo piso que se abrían a la calle con tablones desmontables o abatibles desde el techo, mediante pescantes de hierro, tan pequeños “que el dueño se sienta en el centro y puede alcanzar cualquier objeto con la mano sin tener que levantarse”.

La imagen actual del conjunto es hija de un terrible suceso, acaecido la madrugada del 20 de julio de 1843: un voraz incendio destruyó por completo la zona en seis horas. La reconstrucción de la Alcaicería no se hizo esperar, hoy día es una curiosa adaptación de la arquitectura neo-árabe a los intereses mercantiles de la ciudad decimonónica, más cercana a un zoco.

Es justamente el tópico del zoco artesanal y mercantil el que da vida a este original espacio, punto de partida de nuevos bazares de bisutería, bronces, taraceas, cerámicas, etc., que aportan notas de color y animación a este mercado.

Corral del Carbón

El Corral del Carbón es, entre otras cosas, la única alhóndiga de Al-Andalus que se conserva en todo el territorio español. Originariamente el edificio es una auténtico Khan o Caravansar, para el alojamiento de mercaderes, aunque a lo largo de los siglos se ha adaptado a cantidad de usos distintos, entre ellos, el de almacén de grano y carbón, corrala de vecinos y Corral de Comedias.

Es uno de los edificios más importantes conservados del periodo nazarí de Granada, cuya pervivencia debemos agradecer a los múltiples usos que ha tenido a lo largo de la historia. El Corral del Carbón fue construido en el siglo XVI como Khan o Caravansar, edificio muy característico de las medinas musulmanas medievales, en el corazón del área comercial de la medina. Su nombre originario es el de al-fundaq al-yadida, o Alhóndiga Nueva, y es de hecho la única que se conserva del período nazarí. El nombre de Corral del Carbón aparece mencionado ya en 1531, por su función como almacén de carbón.

Su pervivencia hasta nuestros días se debe a su adaptación para múltiples usos a lo largo de los siglos. A partir del siglo XVI se convierte en una Casa de Comedias, y desde el siglo XVII pasa a ser una corrala de vecinos.

Consta de una sorprendente portada formada por un gran arco de herradura. El arco, apuntado con dovelas de ladrillo, está decorado con una serie de pequeños arcos lobulados tallados en yeso que conforman un complejo y bellísimo entramado. En sus orígenes, estaban pintados en distintos colores. Los preside una ventana geminada sobre una fina columna central con una faja de sebka a cada lado.

Este arco da paso a un vestíbulo con bancos a los lados, sobre los cuales encontramos una serie de arcos decorados con motivos de ataurique y cubiertos por una bóveda de mocárabes. Una vez en el interior, se accede a un patio cuadrangular sobre el que se disponen tres pisos. En el centro del patio se conserva aún una pila de piedra de la construcción original.

Actualmente, el Corral del Carbón acoge la oficina técnica del Festival Internacional de Música y Danza de Granada, además de ser un espacio dedicado a la actividad cultural de la ciudad, donde tienen lugar numerosos espectáculos como recitales de música y danza o representaciones teatrales, especialmente en los meses de verano.

Plaza Nueva

El espacio público que compone la actual Plaza Nueva es el resultado de una dilatada evolución, única en la historia urbana de Granada, que se inicia en los comienzos del siglo XVI, y se prolonga hasta mediados del siglo XX. Es un enclave urbano que se ha ido conformando a lo largo del tiempo a partir de dos premisas: el cubrimiento progresivo del río Darro, que inicia en esta plaza su recorrido, oculto por el centro histórico de Granada hasta su desembocadura final en el río Genil, y la apropiación paralela de terrenos pertenecientes al caserío histórico circundante ha ido posibilitando el crecimiento constante de la plaza hasta alcanzar su extensión actual. No se trata, por tanto, de una plaza construida de una vez, conforme a un proyecto previo, sino que, por el contrario, su forma ha sido el resultado final de circunstancias históricas diversas que determinaron su evolución hasta el momento presente.

Tras la conquista de Granada, y como consecuencia de la herencia legada por una trama urbana de origen musulmán, la ciudad carecía de plazas abiertas en su estructura que pudieran satisfacer las necesidades sociales de sus habitantes. La construcción de Plaza Nueva, impulsada por el Cabildo local, se presenta, por tanto, como el primer gran proyecto urbanístico de la urbe moderna que permitiría acabar con esta carencia y dotarla de un espacio representativo de su nueva imagen como la ciudad castellana.

La nueva plaza quedaba calificada como centro neurálgico de la ciudad moderna, ya que unía las tres principales áreas urbanas que habían conformado la Granada nazarí: la medina, la Alcazaba Qadima, ubicada en el hoy popular barrio del Albaicín, y la Alhambra, ésta a través de su conexión por la cuesta de Gomérez.

Pero, más allá de su incuestionable centralidad, el papel principal de Plaza Nueva se deduce si atendemos a las importantes y diversas funciones cívicas a que se destinó su espacio: enclave lúdico para el desarrollo de justas, torneos, juegos de cañas y de toros, así como otro tipo de festejos; lugar funesto para la consumación de ejemplares ajusticiamientos públicos, como se hace constar en la horca representada en la Plataforma de Granada de Ambrosio de Vico; escenario solemne para la celebración de proclamaciones, bodas o natalicios reales, de victorias militares o fiestas religiosas, así como el lugar para ir y venir a la Real Chancillería.

Unas décadas después, coincidiendo con el proceso de construcción de la Chancillería, la llamada Plaza Nueva del Hattabin, sería ampliada con un segundo tramo de embovedado. La decisión de emprender esta segunda obra estaría justificada por el deseo de otorgar a la Chancillería el adecuado marco urbano que su alto prestigio como órgano jurídico de la administración del Estado requería, dando una suficiente perspectiva de contemplación a su noble fachada.

La fuente pública, inicialmente se instaló frente a la Chancillería, pero unos años después se trasladó a su emplazamiento actual. La fuente se remata por una granada.

Profundizaremos en todo ello en la Visita guiada de Granada y el Tour privado por el Albaicín y Sacromonte.

Real Chancillería y Cárcel Real

El establecimiento de la Real Chancillería en Granada forma parte del programa promovido por la monarquía hispana. Querían instalar las instituciones públicas, tras la conquista de Granada.

Previamente a este establecimiento, los Reyes Católicos habían promovido una importante reforma judicial por la que la Audiencia Real de Castilla fue dividida en dos chancillerías, una con sede en Valladolid y la otra en Ciudad Real. Entre ambas chancillerías se repartieron la autoridad judicial del Reino. El traslado de la chancillería de Ciudad Real a nuestra ciudad no se produjo hasta 1505.

Inicialmente se fundó en la Alhambra, pero fue el emperador Carlos V, durante su estancia en la ciudad quien ordenó el traslado y la construcción del actual edificio.

La Real Chancillería, emblema de la Granada Cristiana

La fachada manierista de la Chancillería es una aportación excepcional a la arquitectura pública del reinado de Felipe II. Para la realización de la misma se convocó un concurso. Esta fachada, concebida como auténtico emblema de poder, era el reflejo de la presencia de la Corona en la ciudad. Se organiza en dos cuerpos de doble piso y siete calles. La fachada se remata por una amplia cornisa sobre la que se dispuso una balaustrada de piedra con remates de pirámides: cinco a cada lado del eje de la portada principal. Sobre ésta se dispuso un templete de hierro que protege un reloj. El resultado es una fachada de elegancia y belleza admirables.

El patio, atribuido a Diego de Siloé, tiene arcadas de medio punto sostenidas por altas columnas toscanas de mármol blanco. Del total de dieciséis medallones dispuestos en el pórtico, doce contienen representaciones de personajes masculinos de la Antigüedad, en su mayoría generales y emperadores romanos, mientras que los cuatro restantes son figuras femeninas, tres de ellas matronas romanas.

La monumental escalera que da acceso al piso superior, fue realizada durante el reinado de Felipe II, como la fachada. En la actualidad, el edificio es sede del Tribunal Superior de Justicia de Andalucía.

Ayuntamiento y la Plaza del Carmen

El actual inmueble del Ayuntamiento de Granada, ubicado en la céntrica plaza del Carmen, constituye un interesante edificio que ha pasado a lo largo del tiempo por diversas  transformaciones.

En primer lugar, se construyó un primer claustro porticado, ahora desaparecido, que sería conocido como el “claustro viejo” y que ocupó el espacio donde hoy se abre la plaza del Carmen. Además, se añadió otro principal, el llamado “claustro nuevo”, de mayor tamaño que el primero. Ésta es la única parte del edificio conventual conservada. En la actualidad, alberga el patio del cabildo.

Tras su desamortización, la iglesia fue demolida. En cuanto al convento, fue cedido en 1848 por el Estado al Ayuntamiento con el fin de trasladar allí las Casas del Cabildo. Ante la escasez de fondos para acometer las obras de adaptación del edificio, se decidió  derribar el claustro viejo, con el objeto de reducir los costes de la intervención, destinándose sus terrenos a una nueva plaza que sirviera de marco representativo.

A comienzos del siglo XX, al arquitecto municipal Modesto Cendoya dirigió la remodelación de la fachada, conforme a su diseño actual, y construyó la escalera monumental de acceso a la planta noble.

Sobre la parte central del ático se ha alzado la estatua ecuestre de El instante Preciso. Este bello grupo escultórico de bronce patinado y pulido, que corona la fachada principal, fue encargado a Guillermo Pérez Villalta para la conmemoración del V Centenario de la constitución del Ayuntamiento de Granada. La obra representa a un caballo en marcha con tres de sus patas sobre esferas doradas y a un jinete desnudo montando sobre su grupa que, con los ojos vendados, sostiene en su mano derecha una cuarta.

La obra concebida como un emblema de felicidad, simboliza la consecución de un momento triunfal, de un perfecto, aunque a la vez fugaz, equilibrio. La ejecución material de la obra fue realizada por el escultor Ramiro Mejías.

Calle Elvira

La Calle Elvira: El eje urbano de la Granada Musulmana y Cristiana

La calle Elvira –la zanagat Ilbira musulmana- fue la principal y más larga vía de la Granada islámica, desde su configuración urbanística en el siglo XI. Se iniciaba en la Puerta Elvira, abierta en el sector septentrional del recinto amurallado de la medina, y penetraba hasta el corazón de la misma, donde concluía, junto al cauce descubierto del río Darro.

En su origen, se trataba de una calle con un perfil aún más irregular y estrecho que el actual. Pese a ello,  su ancho de calle era notablemente mayor que el de la trama urbana circundante, característica de las ciudades musulmanas medievales. Esto unido a su gran longitud y situación estratégica, la convirtieron en una arteria vital para el desarrollo de los flujos de personas y mercancías en la ciudad. En consecuencia, era una calle con una gran actividad.

La calle Elvira se cruzaba con el Zacatín, la otra gran arteria comercial de la medina: hasta finales del siglo XIX, esta última calle tenía un desarrollo longitudinal mayor que el que presenta hoy en día, hasta que la apertura de la Gran Vía de Colón supuso la mutilación de cerca de la mitad de su trazado.

La apertura de esta avenida significó que la Calle Elvira perdiera definitivamente su histórica función de vía principal de tránsito de la ciudad y pasara a ocupar una posición secundaria dentro de la estructura urbana del centro histórico.

A lo largo de ella se insertan hitos monumentales que testimonian la importancia urbana que tuvo esta vía en el pasado. Así la calle se abre con la monumental Puerta de Elvira y, cerca de ella, se conserva otro resto de la arquitectura musulmana, el baño de Hernando de Zafra, diversas construcciones cristianas como las iglesias parroquiales de San Andrés y la de los Hospitalicos.

 

Lonja de Mercaderes

Adosada a los pies de la Capilla Real y como vestíbulo para su visita turística se encuentra la que fuera en origen Lonja de Mercaderes. Se trata de uno de los ejemplos más destacados de la arquitectura civil tardogótica.

La decisión de construir una lonja como casa de contratación fue adoptada por el Cabildo de la Ciudad en 1518. Allí, se celebraban reuniones y tratos entre los mercaderes. Además, tenía que establecerse un banco especialmente ligado al comercio de la seda, producto esencial en la economía granadina en los siglos XIV y XV ubicado en la Alcaicería.

La elección del emplazamiento estaría motivada, en primer lugar, por su inmediata cercanía al Ayuntamiento (entonces radicado en el Palacio de la Madraza) y por hallarse en el centro neurálgico de las actividades mercantiles y financieras de la ciudad.

El proyecto original, posteriormente modificado, consistía en una edificación rectangular de un solo piso, abierto al exterior mediante altas arcadas. Se cree que el proyecto inicial lo hizo Enrique Egas, como prolongación de primer proyecto de la Catedral–Capilla Real.

Construcción de la Lonja de Mercaderes

Recibió una fuerte oposición planteada por la Capilla Real, que se consideraba propietaria de los terrenos y argumentaba que con su cercanía la actividad mercantil generaría importantes inconvenientes en los oficios religiosos. Ante el pleito generado por la disputa, la Chancillería adoptó el acuerdo conciliador de aprobar la construcción de la Lonja de mercaderes, pero permitiendo a la Capilla Real elevar un piso superior sobre aquella para uso propio. El edificio es bastante reducido respecto a lo habitual en las Lonjas de la época.

El Ayuntamiento abandonó pronto la idea de instalar aquí la Lonja y después de diferentes usos, en el siglo XIX, fue vendida a un particular. A finales del mismo siglo, la compró el arzobispado para instalar el Museo Diocesano: ahora es el archivo y biblioteca de la Capilla Real.

El estado actual de la parte baja es de absoluta diafanidad, abierto en parte por las arquerías exteriores con unas cristaleras lisas, en una reciente restauración dirigida por Pedro Salmerón Escobar. La sala se concibe ahora como vestíbulo de acceso a la Capilla, para lo cual se han instalado algunos muebles, los retratos de los reyes y una copia realizada por Manuel Gómez-Moreno del cuadro de La Rendición de Granada de Francisco Pradilla. Destaca el artesonado de la planta inferior.

Iglesia de Santa Ana

Presidiendo la popular Plaza Nueva, la Iglesia de Santa Ana fue erigida sobre la antigua mezquita zirí de la aljama Almanzora. Las obras de la iglesia se iniciaron en 1537 y 1540 siguiendo un proyecto de Diego de Siloé.

La fachada, precedida por el atrio enrejado de la iglesia, es de fábrica de ladrillo, destacando en ella su portada y la bella torre. La construcción de la espléndida torre-campanario de ladrillo se compone de tres cuerpos que se decoran con azulejos con decoración de cerámica vidriada con tonos blancos y azules.

El interior responde a una sencilla planta de nave única, característica de las iglesias parroquiales granadinas del siglo XVI, con capillas laterales y amplísima cabecera, una hermosa armadura rectangular.

Entre las obras conservadas en la nave de esta iglesia, se encuentran obras de artistas granadinos relevantes: un Calvario del siglo XVI, obra de Diego de Aranda; dos tallas de José de Mora: la Soledad, una de nuestras obras maestras de la estatuaria barroca, y la Virgen de la Esperanza de José Risueño, que procesiona junto con el Nazareno del Gran Poder en la Hermandad de la Esperanza.

Por su parte, en la capilla mayor, destacan las tallas de San Jerónimo, de Risueño, de San Juan de Dios, de Diego de Mora, además de un lienzo del Nacimiento de la Virgen, de Pedro Atanasio de Bocanegra.

 

La Gran Vía de Colón

La Gran Vía es actualmente, además de la principal arteria de nuestro centro histórico, un excepcional catálogo de la arquitectura granadina del primer tercio del siglo XX. Pasear hoy por ella constituye una grata experiencia que sumar a la de los espacios históricos de la ciudad.

La Gran Vía de Colón, una calle que en el presente ofrece un patrimonio arquitectónico excepcional de la burguesía. Desde la inauguración de la estación de ferrocarril de los Andaluces en 1874, el aumento de movimientos de personas y mercancías comenzó a exigir la creación de una comunicación rápida y directa entre este punto y el centro de Granada. Inicialmente, esta función circulatoria tuvo que ser asumida por calle Elvira, que resultaba ser una vía notoriamente insuficiente para permitir un tránsito fluido.

El establecimiento de la vega granadina entre 1882 y 1890 de diez fábricas azucareras comenzó a generar una serie de continuos movimientos que hizo urgente abordar un proyecto urbanístico que permitiera mejorar el tránsito urbano. La iniciativa para emprender tal mejora no partió del Ayuntamiento, sino de un granadino ilustre conocedor de la importancia de la iniciativa privada y que encarnaba el nuevo espíritu del progreso burgués: Juan López-Rubio Pérez, el creador de la primera fábrica de azúcar de remolacha en la Vega.

Convertido en Presidente de la Cámara de Comercio e Industria, López-Rubio planea una iniciativa concebida como negocio, pero también como un proyecto de generación de riqueza para la ciudad. La construcción de una nueva calle –una gran vía- que, a semejanza de las creadas en otras urbes europeas, promoviera la mejora del tránsito, la higiene y el ornato públicos, así como la creación de puestos de trabajo.

La Gran Vía: construcción de una calle moderna en el centro histórico de Granada

El proyecto de la Gran Vía supuso un cambio radical respecto a las prácticas urbanísticas aplicadas durante las décadas anteriores. No se trataba ya de promover la reforma de la trama urbana, ensanchando y dando regularidad a una vía preexistente, sino de abrir una nueva, rompiendo su trazado histórico mediante una gran operación de expropiaciones y derribos de casas y otros edificios.

La nueva calle debería llamarse Gran Vía de Colón y ser inaugurada en 1892, coincidiendo con el cuarto centenario de la Toma de Granada y del Descubrimiento de América.

Se trataba de una calle de 20 metros de anchura. Se ordenó al arquitecto municipal Modesto Cendoya la confección del proyecto de la nueva calle. Pero no fue hasta dos años después que el proyecto de la Gran Vía de Colón fue declarado de utilidad pública y recibió la necesaria aprobación gubernamental. Para entonces, los fastos del Cuarto Centenario ya habían pasado, pero lo importante es que, pese al retraso, el Ayuntamiento estaba ya en disposición de proceder a los trabajos de apertura de la Gran Vía.

Nadie se opuso al proyecto, o al menos, nadie se atrevió a manifestarlo públicamente en medio del clamor general, que consideraba que la obra era el símbolo de progreso al que aspiraba la ciudad. Sólo cuando el proyecto ya estaba en una fase muy avanzada, próxima a su finalización, se alzaron las primeras voces contrarias a él (entre otros Angel Ganivet, Federico García Lorca y Leopoldo Torres Balbás). Lamentaban la desaparición de la vieja Granada ante una calle tachada, entonces, de vulgar copia del urbanismo y la arquitectura traídos de fuera. Una crítica que terminó por calar profundamente en la sociedad granadina durante mucho tiempo y que, sólo en fechas recientes, ha sido superada ante la relevancia patrimonial de la arquitectura legada por una burguesía triunfante que quiso mostrar a través de la avenida los signos de su progreso.

Palacio Arzobispal

El magno edificio del Palacio Arzobispal, o primitiva Universidad Literaria, fue la sede primera de la Universidad de Granada, erigida por el Emperador Carlos V en 1526. Su fundación tuvo lugar durante la conflictiva relación con los moriscos, admitiéndose la docencia como medio eficaz para su integración. En 1767, la Universidad se trasladó al antiguo colegio de la Compañía de Jesús. Hoy es el edificio de la Facultad de Derecho.

El primitivo edificio se convirtió en 1769 en sede de la Curia, tribunal eclesiástico con funciones burocráticas, administrativas y judiciales. A tal fin, se realizaron las pertinentes obras de reforma y conexión con el vecino Palacio Arzobispal.

La Universidad granadina se concibió desde el principio, según el esquema propio de Alcalá de Henares,: como estudio general universitario asociado a un colegio mayor. De sus tres fachadas, sólo la principal, frontera al templo catedralicio, presenta relevancia arquitectónica, dado que la lateral se abrió funcionalmente a la Plaza de las Pasiegas a finales del siglo XVII. La del Colegio Catalino sólo tuvo una pequeña puerta, porque el concejo granadino era poco proclive a permitir la salida y distracción de los estudiantes hacia el bullicio de la Plaza de Bibarrambla.

Distribución de las salas en la Curia

En general, y a pesar de los cambios de uso a lo largo de su historia, el edificio ha mantenido su organización interna, salvo en la crujía colindante con el palacio Arzobispal, donde en el siglo XVIII se abrió la comunicación entre ambos inmuebles y se construyó una escalera secundaria. La planta baja del edificio comprendía las aulas de Gramática y de Leyes y Cánones, a izquierda y derecha del zaguán, y otra de Gramática en la crujía oriental y el Aula Magna. En el piso principal, se ubicaron la sala de Actos Secretos o General Alto y Biblioteca, el Rectoral, la sala Claustros y aula de Filosofía, el aula de Medicina y el aula de Teología y Capilla.

Este amplio conjunto de estancias muestra un rico repertorio de alfarjes, y, en fin, como recuerdo histórico del devenir universitario del edificio, merece destacarse la recuperación de algunos vítores por la obtención de grados de los estudiantes entre los muros que circulan las galerías del patio.

Contempla La Curia y el Palacio Arzobispal en en el itinerario de la Visita privada de Granada

Centro José Guerrero

Esta institución introduce una nota de modernidad en el centro monumental. Creada para acoger una fundación dedicada al más universal pintor granadino del siglo XX, José Guerrero. El inmueble fue del agrado de los herederos, por permitir una rehabilitación libre de taras y presentar una cierta semejanza con los edificios industriales usados como estudios en el Soho neoyorquino.

Este museo de arte contemporáneo quedó inaugurado el año 2000. Las salas permiten la contemplación serena y evocadora de la obra del artista, reservando una gran sorpresa en la planta superior: una superficie acristalada muestra la visión del conjunto catedralicio como un cuadro más del museo sobre un muro transparente.

Posee el Centro una selección de 40 cuadros que formaban parte del patrimonio personal del artista, amén de un variado conjunto de obras sobre papel y un riquísimo archivo personal. La Colección va desde mediados de los años cuarenta a 1990, incluyendo obras clave en la evolución del pintor: desde el aprendizaje en el entorno parisino a la viva impresión del ambiente americano y a la transcripción de experiencias cromáticas ordenadas a partir de los años setenta, en sus arcos y cajas de cerillas. Una obra fundamental es la Brecha de Viznar, dedicada a la muerte de Federico García Lorca.

Aljibe de la Mezquita Mayor de Granada

En el rincón formado por la fachada de la Lonja y la Capilla Real, junto a la portada, se encuentra un pequeño brocal de piedra blanca detrás de una reja de hierro. Este es el único elemento visible del aljibe que perteneció a la mezquita mayor de la Medinat Garnata.

Granada es especialmente afortunada en la conservación de estos aljibes, ya que el Albaicín cuenta con un buen número de ellos, rehabilitados, saneadas y puestos en valor hace unos pocos años. La vinculación de los aljibes públicos a las mezquitas venía condicionada por la necesidad de realizar las abluciones antes de entrar a ellas y para servir a los vecinos en sus necesidades.

Al cristianizarse Granada, las antiguas mezquitas pasaron a ser iglesias parroquiales, pero los aljibes se mantuvieron en uso, su función utilitaria ha permitido que los aljibes granadinos se conservaran, excepcionalmente, durante tanto tiempo. El aljibe que Jerónimo Múzer describía en 1492, ocupa en sus dos terceras partes el subsuelo de la placeta que se extiende delante de la Lonja y de la Capilla Real; el otro tercio quedaba debajo de la propia Lonja. Sorprendentemente, ni los pilares de la Lonja ni los cimientos de los edificios colindantes han afectado su estructura. Su capacidad es de unos 157 metros cúbicos, lo que le sitúa en el segundo lugar en volumen de los conservados en Granada, solamente superado por el Aljibe del Rey con 300 metros cúbicos de capacidad. Su referencia se ha dejado marcada en el pavimento de la Lonja, cerca de la puerta de acceso actual al interior de la Capilla

Monumento a Isabel la Católica

En el centro de la plaza Isabel la Católica se erige el monumento a Isabel la Católica y Cristóbal Colón, obra del famoso escultor Mariano Benlliure para la conmemoración del Cuarto Centenario del Descubrimiento de América. Inicialmente, fue colocado en la entrada del Paseo del Salón, pero, en 1961, el Ayuntamiento acordó trasladarlo a su actual emplazamiento.

El conjunto escultórico se eleva sobre un pedestal. En el plinto y frisos del mismo aparecen los nombres de numerosos personajes históricos relacionados con la conquista del reino y el descubrimiento de América.

En los laterales se sitúan dos relieves en bronce con una escena de la guerra de Granada y una recepción real a Colón. Sobre el pedestal, se muestra a Isabel la Católica, sentada en un trono de estilo gótico, escuchando al futuro Almirante, Cristóbal Colón que de pie muestra el plano que le presentó en la entrevista que mantuvieron en el campamento instalado en Santa Fe durante el cerco de Granada y en la que se acordó la primera expedición colombina.